viernes, 6 de diciembre de 2013

Caso: Reponsabilidad Social Corporativa

Como ya sabemos es imposible no comunicar, hasta el silencio de una persona da a entender algo cuando otra persona lo interpreta, pero ¿ocurre lo mismo si esto mismo lo trasladamos a una empresa?
Exacto, como cualquier persona más, la empresa o cualquier otro tipo de organización o institución tiene una identidad y una personalidad propia las cuales se comunican con su comunidad y tratan de, al igual que un buen ciudadano, mejorar, y si no, implicarse en la sociedad y el entorno que les rodea.
A este tipo de buenas acciones es lo que llamamos Responsabilidad Social Corporativa o RSC, donde la empresa trata de mejorar de forma voluntaria, la sociedad, la economía o el medio ambiente que les rodea, consiguiendo con ello claras ventajas competitivas, o también dícese de el conjunto de prácticas empresariales abiertas y transparentes basadas en valores éticos y en el respeto hacia los empleados, las comunidades y el ambiente".

Sin duda las empresas que usan modelos de gestión de RSC están envueltas por una aureola de empatía y por quienes son clientes de sus productos o servicios pues ofrecen, ya no solo aquello en lo que están especializados, sino también un bien a la comunidad, por lo que claramente se ven recompensados.
Pero para que todo ello funcione han de ser transparentes; tienen que mostrar con sus acciones aquello que exactamente son y sienten como empresa y para ello han de gestionar a la perfección la comunicación, pues es el medio por el cual se manifestaran a aquellos que les siguen.

Un caso de buenas prácticas en el sector lo encontramos en Banesto quien en su información corporativa Banesto establece lo que llaman “Criterio paritario”, que enuncia como: “Nuestra meta es avanzar en la plena igualdad y equiparación laboral de las mujeres. Además desarrollamos medidas que mejoran las condiciones familiares de hombres y mujeres y planes de prevención del acoso”. Hace ya tres años que han implantado un programa de Diversidad y Conciliación con el que el Banco pretende que la plantilla refleje la representación de la mujer en la población española.


Consiguiendo así como resultado destacan que la incorporación femenina está cada año
en torno al 60%, consiguiendo que la presencia de la mujer en la plantilla haya pasado del 24,8% al 33%. Las directoras de sucursal han pasado del 12% en 2001 al 24% actual, y tienen tres Directoras
Territoriales, seis Directoras de Unidad de Banca Minorista y de Centro de Empresas, y un 50% de mujeres en puestos de gerencia comercial. Esta creciente presencia de mujeres en los puestos de responsabilidad se debe, al menos en parte, al esfuerzo por identificar perfiles de mujeres con potencial y las posibles barreras internas para su promoción, eliminándolas o minimizándolas





Como podemos comprobar en este caso Banesto se preocupa por integrar en su plantilla de trabajo a la mujer luchando por uno de los valores más importantes en la sociedad, la igualdad, y reflejándolo en su empresa y siendo congruentes con su compromiso social.


Aún así no es oro todo lo que reluce, Hay empresas que utilizan la RSC de forma engañosa y es importante reconocer esas acciones negativas y contradictorias para no ser engañado.

Un ejemplo lo tenemos en Pfizer, una de las mayores empresas farmacéuticas del mundo, aceptó pagar 2.300 millones de dólares para compensar los daños derivados de su actuación comercial: $ 1.300 para cerrar el expediente penal y $ 1.000 para la parte civil. En la operación juzgada la empresa propasó los linderos de la ética y “pisoteó” el terreno legal, al promocionar productos farmacéuticos sabiendo que ponía en riesgo la salud de miles de personas. En todo caso, se trata de la mayor multa histórica por comercializar de manera irregular medicamentos bajo prescripción médica, según informa el diario BBC.
No es la primera vez que la compañía farmacéutica “tropieza” de esta manera. La práctica sancionada esta vez no parece ser el descuido de algún cargo deshonesto… y eso es preocupante; el historial de la multinacional.

Nigeria, 1996. Pfizer realizó un ensayo clínico con un antibiótico (Trovan) durante una epidemia de meningitis. El equipo médico enviado por la farmacéutica captó a 200 criaturas y prometió a sus familias que las curarían. Como resultado de esta operación 11 de ellas murieron y muchas más sufrieron efectos secundarios graves, incluidos daños cerebrales. La empresa entonces desmontó su campamento y se retiró dos semanas después de arribar a la zona, sin ofrecer mayor información. Una de las personas del equipo de investigación que participó en la misión denunció los hechos -mediante una carta firmada- ante el máximo directivo de la farmacéutica. Al día siguiente, el empleado fue despedido y Pfizer alegó que la medida no tenía relación con la misiva.

Con todo ello y debido a su gran poder económico parece que la empresa farmacéutica no parece del todo afectada por los acontecimientos que le acompañan, pues se ha valido del silencio como defensa pero a nuestro parecer es solo cuestión de tiempo el que se tenga que hacer cargo de su auténtica responsabilidad social pues la verdad siempre será el mejor aliado que una empresa pueda tener a su lado.

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